viernes, 8 de julio de 2011

Presento una tarea realizada en mi Taller de Cuentos breves


Actividad: Utilizando la técnica de Asociación libre, escribir un cuento con narrador y diálogos predefinidos.
CRUZ TRANSPARENTECOLORES BRILLANTESABUELA DOLORTEMPESTADPENUMBRAS – JUVENTUD
Narrador: tercera persona, omnisciente
Diálogo: estilo directo

                                                                                   UNA VIDA NO TAN SIMPLE
                                                                                                                                                                                                                                                           Erika Badani M.
“Eran las cinco  de la mañana…” Raúl escuchaba, ese viernes, por sexta vez la canción mientras ensayaba los pasos frente al espejo. Estaba decidido a bailar bachata. De ello dependía su éxito en la súper fiesta de egresados. El celular interrumpió su ejercicio.
-¿Cómo estás?
-Mejor que tú, no creo – respondió el joven
- Igual. Te recuerdo que deposites la plata el quince
- Ya, de nuevo con lo mismo, córtala, te dije que cumpliré
                -El quince veremos, no lo olvides – Sin un adiós se cortó la llamada
“No, esto no es amor” - seguía la canción y el chiquillo meneaba sus caderas al ritmo bachatero.
Vivía con su abuela paterna y la nana Martita, en una amplia y antigua casa. Nunca le faltó nada, su refinada abuela repetía que lo quería desde antes de nacer, bueno, eso cuando ella estaba lúcida y sin esos terribles dolores de cabeza.
De su historia personal, sabía que sus papás se fueron de  viaje y sólo él volvió. Punto.  Así que nunca se sintió raro entre ese par de mujeres que lo mimaban hasta el extremo. Mercedes, su abuela, cada vez sufría de malestares más críticos y en esos  episodios gritaba perdón con voz desgarrada, pero la Martita le ponía paños fríos, le daba una pastillita con su tizana y lograba calmarla rápidamente. Hasta ahora.
El joven, un tanto preocupado, volvió al salón para seguir ensayando, había movimientos que no le salían bien.
-Puchas, tengo que practicar más. ¿Y si le digo a la Conny que me ayude? Mejor que no, si se entera la Catú, seguro me la pone difícil y arma rollo.  “Lo que tú tienes, se llama obsesión…” sonaba la dulce voz de Romeo, el cantante,  y siguió practicando hasta sudar  por los pies.
Después de almorzar visitó a su amiga Conny, partner y depositaria de íntimas confesiones – Mi abuela no está bien, cada vez es peor, a la Marta le cuesta mucho calmarla. No sé qué pasa, pero ella sufre mucho.
-              Puchas amigo,  yo creo que deberías hablar con ella ¿Y si le  preguntas por qué pide perdón?
El muchacho quedó pensativo, y evocó aquella vez en que el ya fallecido párroco visitó a la anciana y le dijo “Hija, libérate de  esa cruz”. 
- ¿Y qué tal tu coreografía? –    Ah, sí, excelente, seré todo un winner en la fiesta. Conversaron dos o tres cosas más y se despidió de su amiga y vecina.
En el camino combinó el sufrimiento de su abuela con la melodía de su baile. Diríase que nada más le importaba.
–Bah, ¿Qué le fue mal que se vino tan rápido? ¿Quiere un juguito, se lo llevo adonde usted ensaya ese baile raro con la patita levantada?, -ya te dije Martuca, se llama bachata. Y no quiero jugo, quiero que me digas algo, ¿Por qué mi abuela sufre tanto y pide perdón? ¿Qué sabes tú?
La nana, respiraba cortito y su rostro enrojeció, - dime, pues, estoy ya bien grandecito, así que cuéntame no más. Los pasos de la abuela, fueron la campana salvadora de la mujer y Raúl se fue por el pasillo, “las cinco de la mañana y no he dormido nada…” un, dos, tres, subo la pata… cuatro, cinco seis, saco caderas…
Miércoles a mediodía, fue al banco a hacer el depósito. Dos meses atrás, aquella cita rápida y desenfrenada le había salido cara, menos mal que esta era la última cuota, eso le aseguró ella - “El trabajito cuesta 300 lucas”, pero bueno, ya no recibiría más esas llamadas cobradoras. Fin del cuento.
Sus pasos de baile habían progresado mucho, sin embargo, estaba intranquilo, muy por dentro sentía que algo raro había con su abuela. Ella que siempre fue tan transparente con sus afectos, ahora vivía acongojada, angustiada ¿Qué pasaba?
-         Abuely, ¿estás despierta? ¿te tomaste tu tizana? La dama, estiró su mano delgada luciendo un pequeño anillo de colores brillantes y lo invitó a sentarse en su cama. ¿Fuiste a buscar la tenida para tu fiesta m’hijito? ¡Qué hermoso lucirás mi lindo! ¡Todas las chiquillas querrán bailar contigo!
Raúl no pudo más que apreciar la dedicación y cariño de esa mujer de cabello escaso y cano que estaba en su vida; la besó con dulzura, le arregló la bata y le preguntó. – Abuela, ¿Por qué usted pide perdón? La anciana lo miró largamente y el joven pudo ver en aquellos ojos grises una tempestad que le nacía desde  el pecho. Le acomodó los cojines y esperó, esperó – los viejos piensan más lento – se dijo como para darse ánimos.
Entonces comenzó aquello - Mi Raúl querido, mi nieto adorado… y la respiración cortaba las palabras de la mujer- Ya, ya abuela cálmese. Pero  la vieja parecía determinada a arrojar la tempestad fuera de su pecho esa misma noche. Siguió mirándolo y gimoteó: - ¡Fue por amor, lo hice por amor, lo juro!

 Raúl, entendía menos que antes, pero le concedió la pausa suficiente… Su abuela giró la lámpara del respaldo como si la penumbra fuese su mejor aliada y vomitó su angustia: - Dios no me permitió ser madre, ¡Nunca, Nunca! y  se escapaba mi juventud…

Años después, en los periódicos apareció una noticia “Inmobiliaria descubre enterrados los cuerpos de un hombre y una mujer, su data es de aproximadamente 30 años”.

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